El intercambio de regalos o invitaciones navideñas entre clientes y proveedores es tradicionalmente una forma habitual de fomentar las relaciones comerciales. Pero hoy en día los regalos o invitaciones excesivas o inapropiadas pueden percibirse como medio para ejercer una inadecuada influencia sobre su receptor, pudiendo constituir – o parecer que constituyen – sobornos o corruptelas. Por ello los planes de Compliance Penal deben contemplar específicamente esta práctica estableciendo unos límites claros y comprensibles, sin por ello acabar con dicha tradición.
En términos generales, los hipotéticos riesgos para la Empresa que pueden suponer los regalos navideños, dependiendo de su destinatario, son:
A.- Regalos a funcionarios públicos:
Por lo que no es recomendable en ningún caso hacer regalos a funcionarios o autoridades, nacionales ni extranjeras, con independencia del valor o circunstancias de entrega de los mismos.
B.- Regalos a particulares, clientes o proveedores:
De igual modo se refiere, en la modalidad pasiva, al directivo, administrador, empleado o colaborador que, por sí o por persona interpuesta, reciba, solicite o acepte idénticas ventajas a las establecidas en el párrafo anterior.
Sin embargo, ha de tenerse en cuenta que no existe tal delito si el receptor del regalo es el dueño de la empresa, o si el regalo se produce con el consentimiento de éste. Y tampoco existe el delito si el regalo que se hace está “justificado” por ser socialmente adecuado atendiendo a la naturaleza o valor del bien, o a las circunstancias en que se realiza.
Dicho esto, y a tenor de las prácticas habituales de Compliance, la entrega de regalos a clientes o proveedores (en ningún caso a funcionarios) debe ser considerada como algo excepcional, que sólo deberá permitirse cuando concurran las siguientes tres condiciones:
Por lo tanto, en el caso de regalos navideños de un valor económico escaso no aptos para ser considerados como “incentivos”, no existe riesgo alguno. Sería el caso, por ejemplo, de regalar una caja de bombones, o un par de botellas de vino de no excesivo valor o de una invitación a tomar una copa de Navidad en las instalaciones de la empresa. Sin embargo, el regalo de una cesta navideña de gran valor, de vinos extremadamente caros o la invitación a un viaje con todos los gastos pagados sí suponen un riesgo para la empresa, pues efectivamente pueden considerarse como “incentivos” de los que podría obtenerse a cambio un trato de favor.
Por lo tanto no existe riesgo alguno en hacer un regalo navideño de un valor económico escaso, insuficiente para alterar la imparcialidad u objetividad del cliente o proveedor. Siendo altamente recomendable que el plan de Compliance de la empresa fije y actualice periódicamente los límites y circunstancias de dichos regalos bajo la supervisión del oficial de Cumplimiento.
C.- Regalos a los empleados:
Le entrega de cestas de Navidad a los empleados es práctica habitual en las empresas, y en la jurisprudencia Laboral viene ampliamente recogida, en ocasiones como mera liberalidad ocasional sin vocación de futuro, y en muchas otras – dependiendo de la casuística – como una condición más beneficiosa de los trabajadores. Fiscalmente se consideran como un gasto deducible del Impuesto de Sociedades para la Empresa, y como retribución en especie para el trabajador.
Desde un punto de vista jurídico penal, no se aprecia riesgo alguno en realizar regalos navideños a los empleados con independencia de su valor. Ello es así porque hemos visto que los riesgos penales asociados a la entrega de regalos se concentran en los delitos de cohecho o soborno (en el caso de regalos a funcionarios) o de corrupción entre particulares (en el caso de que el destinatario sean otras personas privadas). Pero en todo caso, tales delitos sólo pueden cometerse si los destinatarios de los regalos o dádivas son personas ajenas a la empresa, pero no cuando los destinatarios son sus propios empleados.
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